Por: Israel Alvarado E.
En una ocasión, escuché a un anciano decir que el trabajo de las Madres con sus hijos es como el del agua con las flores.
Sin agua las flores se marchitan, Pero con exceso de esta se ahogan y se pudren.
El agua es vital solo en la proporción correcta.
Igual así las Madres, Sin ellas, las heridas y conflictos internos marchitan el alma.
Pero con una presencia dominante de ellas los hijos se vuelven títeres de voluntad ahogada y fuerza podrida.
Es en su proporción exacta de instrucción, confianza y libertad, que los hijos cresen sanos, fuertes e independientes.
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